Educación y Ciudad
Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico
https://doi.org/10.36737/01230425.n42.2022.2697

Recibido: 30 de octubre de 2021; Aceptado: 30 de diciembre de 2021

Hágalo Real: el Trébol es Nuestro


Make it Real: The Clover is Ours


Torne real: o trevo é nosso

A. Forero Ruiz, 1

Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. Maestro en Artes Plásticas y Visuales, Universidad Nacional de Colombia. Bogotá - Colombia. Candidato a magíster en Educación, Universidad Pedagógica Nacional. andres.forero.art@gmail.com Universidad Nacional de Colombia Universidad Nacional de Colombia Bogotá Colombia

Resumen

Este artículo expone, el contexto histórico del territorio donde se encuentra ubicada la Casa del Trébol. En este apartado se presenta el proyecto de vivienda social Ciudad Techo, la fundación de la Corporación de Abastos de Bogotá (Corabastos), y la creación del barrio Ciudad de Cali, como hitos históricos para el proceso de urbanización pirata del sur occidente de la ciudad. En el segundo apartado se relata de forma breve la historia de la Creación de la Casa Cultural El Trébol de Todos y Todas, y, por último, el tercer apartado describe tres actividades de formación que se están desarrollando actualmente, junto a artistas y líderes comunitarios en el marco de este proyecto educativo de intervención mural.

Palabras clave:

creación colectiva, urbanización pirata, arte comunitario, intervención pictórica, muralismo, Casa Cultural, arte urbano..

Abstract

First, the historical context and the territory where the house is located, are described in the present paper. Besides, in the specific section, it is introduced the social house project: Ciudad Techo, The Corporation de Abastos de Bogotá (or Corabastos) and the creation of the barrio Ciudad de Cali as a historical milestone for the informal-sellers (pirates) urbanization process of the southwestern area of the city. The second section briefly explains the history of the creation of the Casa Cultural el Trébol de Todos y Todas and lastly, it is described a current process, where there are three training activities, developed with different artists and community leaders within the background of this educational project.

Keywords:

collective creation, informal-sellers, community art, pictorial intervention, muralism, Cultural house, urban art..

Resumo

Num primeiro momento se expõe parte do contexto histórico do território onde se acha localizada a Casa. Neste apartado se apresenta o projeto de habitação social Cidade Teto, a fundação da Corporação de abasto de Bogotá (ou Corabastos) e a criação do Bairro Cidade de Cali como marcos históricos para o processo de urbanização ilegal do sul-oeste da cidade. No segundo apartado se relata brevemente a história de criação da Casa Cultural o Trevo de Todos e Todas, e, por último, o terceiro capítulo descreve três atividades de formação que estão se desenvolvendo atualmente junto com artistas e líderes comunitários no marco deste projeto educativo de intervenção mural.

Palavras-chave:

criação coletiva, urbanização ilegal, arte comunitário, intervenção pictórica, muralismo, Casa Cultural, arte urbano..

Contexto histórico del territorio

Durante la segunda mitad del siglo XX, Bogotá creció exponencialmente en tres grandes ejes: primero, el desarrollo del centro y el norte de la ciudad, que inició hacia 1940 gracias a la migración interna de pobladores de alto nivel económico, que deseando alejarse del caos del centro empezaron a habitar exclusivos sectores del norte de Bogotá. El segundo, es un crecimiento hacia el sur, que por su geografía difícilmente urbanizable y de bajo costo era más accesible para las clases medias. El tercero, es la urbanización del costado suroccidental de Bogotá, con la creación de Ciudad Kennedy y la mayor central de abastos de Colombia, Corabastos. Estos hechos llevaron a que muchas personas llegaran a habitar tanto barrios edificados por el Estado como urbanizaciones piratas o irregulares. A continuación, se presentan tres ejemplos que, aunque disímiles entre sí, nos dan herramientas históricas para comprender la creación de la Casa Cultural el Trébol de Todos y Todas1.

En sus inicios, el proyecto de vivienda social Ciudad Techo fue en su momento pionero en el desarrollo de la historia de la vivienda en Colombia, porque se desarrolló en el marco del Plan Nacional de Desarrollo (1958-1962) de la administración de Alberto Lleras Camargo, y en donde apareció por primera vez el sector habitacional como prioridad en las acciones del gobierno. El 17 de diciembre de 1961 inauguraron el proyecto de vivienda, con la colocación de la primera piedra que se volvería un hito histórico que cautivó la imaginación popular. El nombre inicial del proyecto era “Ciudad Techo”, el cual se cambió en 1961 tras el asesinato de J. F. Kennedy. Esta decisión se toma para honrar la figura del presidente de los Estados Unidos, porque el dinero del proyecto provenía del programa de ayuda económica, política y social para Latinoamérica llamado Alianza para el progreso.

La primera fase se llevó a cabo en forma de autoconstrucción y ayuda mutua entre las familias beneficiadas y contempló la construcción de 12.000 viviendas, de las 34.000 que abarcaba en su totalidad el proyecto. Finalizada la primera etapa se entregan casas en obra negra y sin servicios, estos se demoraron más de seis meses en ser instalados, además, la totalidad de las calles tardaron en ser pavimentadas. Las casas fueron asignadas por sorteo; luego de la posesión, cada familia, según sus posibilidades, transformaba su vivienda sobre la base del precario diseño inicial. En cierta medida, Ciudad Techo también marcó una ruptura en el enfoque de vivienda estatal en Colombia, pues los parámetros de diseño urbanístico y arquitectónico se sometieron a revisión, y se dispuso por primera vez la entrega de viviendas incompletas, situación que en su momento causó alarma y disgusto en los círculos académicos e intelectuales (A media cuadra, 2012).

Posteriormente, se llevó a cabo la fundación -el 20 de julio de 1972- de la mayor central de abastos del país Corporación de Abastos de Bogotá (Corabastos), con cerca de 420.000 metros cuadrados de área, y la segunda más grande de Latinoamérica. Esta iniciativa tuvo lugar en una ciudad que contaba con tres millones de habitantes para la década de 1970, y que tenía problemas básicos en el abastecimiento de alimentos de forma organizada y metódica. Corabastos solucionó este problema, pero el fenómeno económico y social ocasionado por la creación de este centro de abastos condujo al arribo de cientos de miles de personas al sector, en busca de las ofertas de trabajo formal e informal. Este hecho, en paralelo al avance acelerado e ilegal del relleno y privatización del humedal La Vaca, produjo un fenómeno de proliferación de urbanizaciones clandestinas y populares, en zonas que por sus características geográficas no podían ser habitables pero que se modificaron rápidamente por la intervención de los pobladores.

Con la construcción de la central de abastos, se da inicio a nuevas formas de ocupación urbanística, caso del barrio Patio Bonito. Todo comenzó en 1974, cuando las familias Moreno Umaña y Samudio dieron inicio a la urbanización de su hacienda Los Pantanos. El terreno en cuestión se encontraba dos metros por debajo de la cota de inundación del río Bogotá, por lo que su legalización casi no prospera por las condiciones de salubridad en la poca dotación de servicios públicos y la cercanía al botadero de Gibraltar, que empeoraba las condiciones de vida de la población (Secretaría Distrital de Planeación, Bogotá, 2017, p. 14).

Finalmente, vino a sumarse a los anteriores procesos la fundación del barrio Ciudad de Cali, que actualmente pertenece a la Unidad de Planeación Zonal (UPZ) 82, de Patio Bonito, y donde se desarrolló un proceso de urbanización pirata a finales de los años ochenta. Sobre el establecimiento del barrio no existen registros oficiales, sin embargo, sabemos que su historia está marcada por fuertes luchas comunitarias desde el proceso de urbanización en la zona, iniciado en 1988, con la oferta de lotes realizada por la Urbanizadora Islandia, que vendía la idea de terrenos con servicios públicos. Los lotes, comprados por familias provenientes de distintas regiones del país no contaban, en muchos casos, con escrituras legales y al ser una urbanización pirata no contemplaba, ni garantizaba el acceso a servicios de primera necesidad.

La comunidad del barrio Ciudad de Cali, desde sus inicios desarrolló procesos de autogestión comunitaria para garantizar y exigir su existencia ante el Estado, y para establecer y legalizar la oferta real de servicios públicos. La comunidad tenía entonces, la urgente necesidad de ser visibles ante el Estado, por ello legalizaron colectivamente las escrituras de sus predios. Este proceso aconteció, en gran medida, en el salón comunal del barrio. En todo caso, fue un proceso largo y extenuante. Los pobladores debían solucionar de manera inmediata a la falta de servicios básicos para vivir: agua potable, alcantarillado y energía eléctrica. Por tal razón, mujeres y hombres organizados piratearon los servicios de agua y luz desde el sector de María Paz y Patio Bonito. Mangueras remendadas y enterradas bajo tierra suministraban el precioso líquido, pero debían ser reparadas frecuentemente. Es decir, la comunidad cumplía las funciones del Estado, y para ese entonces, constituía una forma de autogobierno barrial.

Fue entonces cuando se dio la primera forma de autogestión: en ese momento se le propuso al Estado una tubería capaz de optimizar la alcantarilla del momento para que esta pudiera cubrir a toda la población. En consecuencia, fue la misma comunidad la que acudió al Acueducto de Bogotá ofreciendo hacer el presupuesto y aportar recursos para que se prestara el servicio, pues en peticiones anteriores la misma entidad respondía que el presupuesto para dicha prestación estaría listo hasta 2005, o sea, alrededor de quince años más tarde. De ahí en adelante se dieron los mismos procesos con la luz, el pavimento y los espacios comunales (Hoyos, 2015).

Según Camargo y Hurtado (2015), existen principalmente tres formas de acceder a la ciudad. La primera consiste en un contrato social donde se obtiene la tierra por medio de la regulación del Estado. La segunda es el mercado, en el que se siguen las lógicas de oferta y demanda, es decir, los habitantes compran sus tierras a privados. La tercera forma es practicada por quienes constituyen asentamientos ilegales, porque no pueden acceder a la tierra ni por medio del mercado, ni por intermediación del Estado. El barrio Ciudad de Cali es una mezcla de las dos últimas porque, a pesar de que los habitantes compraron los lotes a un particular, este no había hecho el proceso de desenglobe y la zona no contaba con los permisos de urbanización necesarios para garantizar servicios mínimos vitales allí. Es decir, los habitantes del sector, muchos de ellos desplazados de otras regiones del país y con poco poder adquisitivo, llegaron al lugar con promesas de algo que ni siquiera existía.

En Latinoamérica, pero en especial en Colombia, el crecimiento urbano acelerado condujo a que se consolidaran territorios con niveles de desigualdad muy altos por la presencia de asentamientos informales; este es el caso de grandes zonas de la localidad de Kennedy. La Casa Cultural El Trébol de Todas y Todos es un símbolo de aquellos procesos de expansión física en las periferias urbanas, que obligaron a la gente a vivir con carencias de infraestructura, equipamiento, servicios públicos básicos y acceso a bienes culturales. Sin embargo, este espacio desde 2014 ofrece y garantiza que la comunidad acceda a procesos y proyectos de formación artística y cultural, y con ello, a bienes culturales de diversa índole. Además, es un espacio de experimentación propicio para incentivar a que la comunidad se apropie y transforme su territorio en pro de mejores condiciones de vida.

Creación de la Casa Cultural El Trébol de Todas y Todos

La apropiación del espacio consiste en la posibilidad de moverse, de relajarse, de poseer, de actuar, de resentir, de admirar, de soñar, de aprender, de crear siguiendo sus deseos, sus aspiraciones y sus proyectos. Corresponde a un conjunto de procesos psicosociológicos que se sitúan en una relación sujeto-objeto, entre el sujeto (individuo o grupo) que se apropia del espacio, y los objetos dispuestos alrededor de él en la vida cotidiana. Asocia prácticas, procesos cognitivos y procesos afectivos (Chombart de Lauwe, 1979, p. 149).

Durante el proceso de creación del barrio se designó un espacio de 12.43 x 18.25 metros cuadrados para el salón comunal ubicado en el parque Ciudad de Cali. Este espacio fue usado por mucho tiempo como un lugar para las reuniones de la Junta de Acción Comunal y para los procesos de organización mencionados anteriormente. No obstante, cuando la comunidad logró acceder a los servicios públicos básicos, la organización empezó a decaer por falta de interés común. Así la situación, este espacio entró en decadencia y se convirtió en una estructura abandonada y aprovechada para todo tipo de actividades ilícitas: microtráfico, robos, violencia sexual y depósito ilegal de basuras.

El problema por el que atravesaba el barrio con esa estructura abandonada era un hecho, por esto la Junta de Acción Comunal pensó en rehabilitar el espacio antes de la creación del El Trébol. Sin embargo, al pedir los permisos a la Alcaldía Local para reutilizar el lugar, esta hizo una evaluación de la estructura y concluyó que la viga interior se encontraba podrida porque había estado más de diez años a la intemperie. Por tal razón y por los altos costos que tenía la construcción soñada, la comunidad no pudo reconstruir el salón comunal. Este hecho generó el reinicio de un proceso de organización que pretendía incentivar a los vecinos para autogestionar el proyecto de forma colectiva, como en los tiempos previos a la legalización.

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Arquitectura Expandida, 2015 (Fotografía) : . https://arquitecturaexpandida.org/el-tr3bol-de-ciudad-de-cali

La revitalización del espacio para ellos no se limitaba a la inseguridad del parque, también buscaban revivir el sentido comunitario y fortalecer la memoria del barrio, pues para los que llegaron después de la legalización, tanto como los niños y niñas, no tienen muy presente cómo se conformó el barrio, cuestión que para los primeros habitantes fue motivo de orgullo y símbolo de unión entre vecinos y vecinas (Hoyos, 2015).

Para inicios de 2014 un grupo de vecinas decide intervenir las ruinas del salón comunal. Para ese entonces, la solución que encontraron fue sellar y pintar para evitar que fuera un lugar propicio para acciones delictivas. Este proceso fue autofinanciado mediante rifas realizadas en el sector y con aportes económicos de algunas personas del barrio. Así lo afirman la señora Gaby y Fredy, líderes comunitarios del barrio Ciudad de Cali. Es así que, después de varios meses de intentar sellar el espacio, se suman a esta iniciativa varios actores externos, a saber: el Colectivo Arquitectura Expandida2, Dast3, MonsTruacióN4, Territorios Luchas, Biciterritorializando5, Amnesia Selectiva y nuevos amigos “del pedazo”6. Los nuevos participantes junto a los vecinos organizados diseñaron, financiaron y construyeron con mingas populares la estructura física de la Casa Cultural El Trébol de Todos y Todas; esto es un ejemplo de proceso de creación colectiva.

Este proyecto se ha sostenido durante siete años y tiene como fundamentos políticos, éticos y epistémicos la educación popular, la teoría de la liberación y el arte comunitario. Por tanto, conviene la revisión de algunas dimensiones -resultado de entrevistas semiestructuradas realizadas a líderes comunitarios, artistas, arquitectos y jóvenes que participaron de la creación de la casa- que dan cuenta de las necesidades, expectativas y realidad vivida por los habitantes de barrio cuando decidieron construir una casa propia de forma colectiva.

La primera dimensión es la corporal. Los pobladores no deseaban pasar frente a las ruinas; estas despertaban repudio por ser lugar desordenado y por el que nadie respondía. El sitio era evidencia de los permanentes conflictos de la comunidad, considerado un residuo del barrio, nadie sabía qué hacer con este fragmento del olvido. La proximidad y la distancia constituyen una forma de relacionarse con los espacios habitados. La primera, es considerada como fraternal, símbolo de confianza y seguridad. Al contrario, la segunda constituye un lugar de desconfianza, inseguridad y desinterés. Se mantiene la distancia con aquellas cosas que no deseamos sean parte de nosotros y de nuestras vidas. El espacio se había convertido para el año 2014 en una ruina arquitectónica y social que solo generaba problemas para la comunidad: basura sin control, violencia e inseguridad.

Por consiguiente, la dimensión corporal se comprendió por la comunidad como un problema común y que se hacía urgente resolver. Arrebatarle el espacio al olvido, la delincuencia y la violencia, fue un objetivo común que sirvió para reactivar aquellos procesos de organización comunitaria que databan de los años de fundación del barrio.

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Arquitectura Expandida, 2015 (Fotografía) : . https://arquitecturaexpandida.org/el-tr3bol-de-ciudad-de-cali/

La segunda dimensión, se refiere al ámbito de la política urbana; en concreto, a la legalidad del predio. El lote estaba a nombre de la Urbanizadora Islandia para 2014, y algunos herederos pretendían reclamarlo como propio, incluso sabiendo que el destino de este espacio era su uso comunal. Al respecto Ana, integrante de Arquitectura Expandida, nos cuenta que el terreno tiene una situación compleja porque en Catastro, en el Sistema de Información de Norma Urbana y Plan de Ordenamiento Territorial (SINUPOT), en la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte (SCRD), y además, para obtener el Certificado de Libertad y Tradición, aparece información disímil entre sí o errada. No existe consenso entre los entes del Estado acerca de la legalidad del predio. Es así como la comunidad entendía que las contradicciones en el uso del suelo constituían un peligro, pero también una oportunidad para transformar el espacio y construir la casa. La ambigüedad en el ámbito legal de la propiedad, significaba un reto en el proceso de construcción y la forma de ocupación y apropiación del espacio. Por esta razón, se consideró que el valor de uso del espacio prevalecería sobre el valor de cambio; es decir, un lugar donde pudiera entrar cualquier persona libremente. Evidencia física de la historia de organización comunitaria necesaria para la construcción colectiva de nuestros barrios que busca el bienestar general de la comunidad.


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Arquitectura Expandida, 2015 (Fotografía): https://arquitecturaexpandida.org/el-tr3bol-de-ciudad-de-cali/

En este orden de ideas, las agrupaciones y colectividades que desarrollaban el proyecto decidieron, por sugerencia de Arquitectura Expandida, no demoler las paredes, columnas y vigas en ruina; por el contrario, propusieron un proyecto arquitectónico de rehabilitación. Esto significaba construir sobre lo construido. Aquella decisión era lo más viable en términos económicos y legales, además constituía una apuesta política para recuperar la memoria del territorio. Esta rehabilitación solo fue posible después de estudios detallados sobre las condiciones reales del lugar, y con la aprobación tanto de la comunidad como de las colectividades que hicieron parte del proceso.

La tercera dimensión se refiere al ámbito de la imaginación creativa. Los vecinos, antes de la llegada de Arquitectura Expandida, tenían el sueño de construir en ese espacio un edificio de cuatro pisos. En el primero, habría tres locales, uno iba a ser la fama, otro la droguería y otro un supermercado comunal, todos espacios comunales. El segundo piso sería un centro médico, el tercer piso una escuela y el cuarto piso un salón comunal convencional. Este sueño colectivo, motor de la movilización por parte de la comunidad pronto fue dejado atrás. Se construyó la primera fase del sueño colectivo.

Esta dimensión fue asumida por la comunidad como un motor para movilizar deseos y acciones colectivas que se dan a partir de ese sueño común. No obstante, limitar las expectativas y aterrizar las ideas iniciales a las posibilidades reales de construcción fue un reto importante en el proyecto de diseño participativo iniciado por Arquitectura Expandida en el marco del proyecto de rehabilitación de las ruinas del salón comunal. Esta decisión fue tomada también debido al bajo poder adquisitivo de la comunidad y la ambigüedad legal del espacio que limitaba la intervención, pero servía como fisura legal para construir la casa de forma autónoma y sin regulación estatal.

El Trébol se llama así porque tiene tres partes que ya venían definidas por la construcción de ese salón comunal. En ese momento, la comunidad y los colectivos de arquitectos y artistas piensan viable la construcción en un espacio destinado para la huerta comunitaria, otro espacio techado para la biblioteca y actividades organizativas y artísticas; y un último espacio en la entrada de la casa, que tiempo después se convirtió en una pista de skate. Para ello, se constituyeron comités de trabajo en los que muchas personas participaban, y que gestionaron en gran parte con recursos económicos provenientes de rifas y bingos en la comunidad. El dinero restante fue un aporte de la Consejería Cultural de la Embajada de España en Colombia.

El proceso aborda la recuperación de esta memoria barrial a través de talleres con adultos y niños (taller de memoria barrial y talleres de periodismo para niños ‘los guardianes de la memoria’) que se plasma en una de las tres hojas de este Tr3bol espacial: la zona de acceso donde se materializa una línea del tiempo dibujada de forma colectiva. Paralelamente se va consolidando el diseño y las dinámicas de gestión de un jardín colectivo, en otra de estas hojas del Tr3bol: jardines verticales, generación de un semillero, diseño de mobiliario para el jardín, son algunas de las estrategias abordadas (Arquitectura expandida, 2015).

La creación de la Casa Cultural el Trébol habla de un hecho que tiene una escala mayor en la difícil y precaria situación de los espacios públicos y comunitarios en barrios de origen informal en Bogotá. Este lugar fue la materialización física de un hecho usual en las urbanizaciones piratas: el establecimiento de lotes, casas, manzanas y barrios completos sin claridad política o legislativa para protegerlos como tal, además, la imposibilidad de acceso a servicios públicos y el interés desaforado de urbanizadores privados por los predios.

El Trébol es un proyecto de creación colectiva y de resistencia a las dinámicas que transforman la ciudad basadas en la especulación inmobiliaria y la plusvalía económica, aprovechándose de las necesidades y deseos de la ciudadanía. También puede considerarse un espacio que da cuenta de los procesos de resistencia y autoorganización que ha vivido el barrio. Después de la construcción en guadua del espacio arquitectónico, el lugar resultó amenazado de demolición por las autoridades locales que lo consideraron como una construcción ilegal y que invadía el espacio público.

El presente de la Casa Cultural El Trébol de Todos y Todas

Entre los años 2014 y 2015 se desarrolló el proyecto de rehabilitación colectiva de las ruinas de un salón comunal. Esta experiencia colectiva recuperó…

(…) un espacio comunitario que alguna vez existió, tuvo un intenso uso vecinal y que por diversas y controversiales razones se abandonó hasta convertirse en ruina arquitectónica de columnas de hormigón armado y muros de ladrillo, sobre los que el tiempo dibujó historias a través de murales, grafitis y otras expresiones urbanas (Arquitectura expandida, 2015).

Este proceso tuvo un fuerte componente intergeneracional y una diversidad de agentes envidiable para cualquier proyecto de creación colectiva en el ámbito comunitario y artístico.

En la actualidad, transcurridos siete años, El Trébol desarrolla actividades culturales, artísticas y educativas con niñas y niños, jóvenes, adolescentes y adultos de la comunidad a partir de una práctica pedagógica fundada en los contextos y teniendo como referentes las experiencias sociales de la comunidad. A partir de ideas como “hágalo real”, “llenar la universidad de barrio” o “sembramos comunidad” se fortalecen los lazos afectivos, las redes de apoyo entre los vecinos y los jóvenes que habitan el sector, la participación activa de la ciudadanía y aporta a la democratización de la cultura en sectores de la población que han sido desprovistos históricamente de esta. Sin embargo, la crisis desatada por el COVID-19 ha llevado a que el espacio físico se deteriore rápidamente y que muchas de las iniciativas artísticas se vean afectadas de manera importante.

El proyecto Hágalo Real: el Trébol es Nuestro, tiene el propósito de contribuir a la reactivación artística de la ciudad, promover la articulación de espacios de encuentro, fortalecer el tejido social y el reconocimiento del otro a partir de la reflexión sobre el sentido de El Trébol, como un posible espacio cultural “referente simbólico significante”, y como espacio político o espacio público “de formación y expresión de voluntades colectivas, de representación del conflicto y del acuerdo” (Barcelona, 2012), todo esto mediante procesos de creación colectiva e intervención pictórica en los muros que alguna vez fueron testigos de violencia, pero que hoy son refugio de arte y esperanza.

Es así que, en la actualidad se desarrollan actividades de formación cuyo objetivo es visibilizar la historia de la localidad, el barrio, y por supuesto de la edificación bajo el modelo de Ciudad Educadora. Adicionalmente, se entiende este proyecto como un escenario que permite a la población acceder a bienes culturales y simbólicos que fomenten el respeto, la tolerancia, la responsabilidad, el interés por lo público y el compromiso con el bien común. Este proceso también tiene el propósito de resignificar y reapropiarse de un espacio público urbano, que da cuenta de las múltiples necesidades y potencialidades de un gran sector de la población juvenil que hizo parte de los recientes levantamientos sociales en Colombia. A continuación, se presenta una breve descripción de las actividades que actualmente se desarrollan allí, e imágenes que dan cuenta de este proceso de educación comunitaria.

publicitarias fueron diseñadas por Fígaro Fernández, trabador social, diseñador y artista de El Trébol.

Las imágenes: publicitarias fueron diseñadas por Fígaro Fernández, trabador social, diseñador y artista de El Trébol.

La primera actividad “El Trébol una casa de-construcción” fue un espacio de formación sobre el contexto histórico del territorio, la fundación de la casa y las memorias vivas que allí habitan. Con ayuda de herramientas audiovisuales se desarrolló un taller sobre el Proyecto de Vivienda Social Ciudad Techo, la fundación de Corabastos y la Creación del barrio Ciudad de Cali como un proceso de urbanización pirata. Además, se realizó un ejercicio de cartografía memorial y una charla sobre anécdotas e historias individuales ocurridas en el lugar. El propósito fue desarrollar un proceso de territorialización, desde la creación e investigación sobre “el pedazo”.

del taller El Trébol una casa de-construcción, realizado de forma virtual.

Esta es una captura de pantalla : del taller El Trébol una casa de-construcción, realizado de forma virtual.

La segunda actividad, “Rayemos El Trébol, es Nuestro”, fue un ejercicio de formación pictórica a partir de ejercicios de dibujo, collage y pintura, que intentaban presentar la historia del Trébol y la importancia de este lugar para el barrio y la ciudad. En esta actividad participaron tanto artistas del sector como de otras localidades, a saber: el Colectivo Tinta Rosa (Andrés Forero/ Hereje, Laura Riveros, Andrés Roballo), Alice Blue, Zure, Dars, NYC Crew, Kiddo, Crew Pornografik (Loup, rebelión y nadie), Bengy (Endémico Andino), Tatiana Saavedra (Colectivo Atempo), los 90 Crew (tangara.arte), además de amigos, vecinos y algunos líderes comunitarios del sector, como Fredy, la señora Gaby, y Tatiana Fernández, entre otros. Esta actividad se constituyó como un laboratorio de experimentación donde se construían imágenes que presentaran o ilustraran sus historias sobre el territorio construido comunitariamente.

Rayemos el Trébol, es Nuestro, a cargo del Colectivo Tinta Rosa.

Esta es una imagen del taller presencial : Rayemos el Trébol, es Nuestro, a cargo del Colectivo Tinta Rosa.

Por último, en la tercera actividad, “Intervención pictórica”, se presentó de forma pública el boceto creado de forma colectiva por los artistas y lideres de la comunidad, realizado a partir de las memorias y experiencias recogidas en las actividades anteriores. Este espacio tuvo como objetivo intervenir pictóricamente la estructura física de la Casa Cultural el Trébol de Todos y Todas, y la firma de un compromiso amplio de conservación y cuidado del lugar, incentivando la apropiación y resignificación del sitio, además de visibilizar a través de imágenes los procesos sociales y formación que allí ocurren.

Todo aprendizaje es un proceso en el que interiorizamos el mundo exterior. Cuando decidimos acercarnos a la cultura a través de las imágenes optamos por interpelar, cuestionar, transformar y construir el mundo desde este lenguaje. Por el contrario, cuando pensamos en la acción de crear, suponemos que es un proceso a través del cual se exterioriza el mundo interior, desde donde expresamos esa singularidad que nos hace ser nosotros mismos. En coherencia con lo anterior, los procesos de aprendizaje, y con ellos, los procesos creativos son siempre dialógicos. Es decir, partimos de la siguiente idea: es imposible aprender sin crear o, dicho de otra forma, es imposible crear sin aprender e interpelar el mundo.

de intervención colectiva por parte de jóvenes artistas y líderes comunitarios.

Esta imagen da cuenta del proceso : de intervención colectiva por parte de jóvenes artistas y líderes comunitarios.

de la intervención realizada en la Casa Cultural El Trébol de Todos y Todas.

Esta imagen presenta un fragmento : de la intervención realizada en la Casa Cultural El Trébol de Todos y Todas.

Las intervenciones gráficas y pictóricas, como se puede observar, son el resultado de un proceso de formación en el que la comunidad legitima y participa de la intervención a través de “escucha activa”, la participación democrática y la experimentación con lenguajes propios del arte; esto con el objetivo de consolidar imágenes que la representen como colectividad, fortaleciendo y visibilizando los procesos sociales y formativos que allí se desarrollan.

Conclusiones

El proyecto Hágalo Real: el Trébol es Nuestro, y con él los procesos de creación colectiva son una apuesta para garantizar el acceso a la cultura y el arte a comunidades a las que se les ha negado históricamente como derecho, y en donde muchas veces es entendida como privilegio. Fomentar procesos de formación y participación ciudadana desde una perspectiva crítica es necesario, pero desarrollar habilidades que permitan transformar las realidades en los territorios es una tarea urgente. Este proyecto artístico aporta a la transformación de las realidades del territorio, propicia el fortalecimiento de las historias y memorias colectivas, las redes de apoyo y la afectividad de las comunidades. Los procesos colectivos son una mejor propuesta de autogobierno barrial, y la forma más efectiva que hemos encontrado para mejorar y garantizar condiciones de vida más dignas para sus habitantes. Es por eso que se hace necesario formar a los jóvenes artistas y a la comunidad en general.

Así pues, existen dos aspectos concretos que queremos destacar de estos procesos. El primero, es la capacidad de fomentar una actitud creativa frente al mundo; es decir, crear espacios en los que podamos intervenir colectivamente la realidad. El segundo, crear procesos de subjetivación que reaviven el interés por construir la historia de los barrios populares de Bogotá, de sus comunidades y luchas. Los símbolos, íconos e imágenes que representan estas luchas nos ayudan a resignificar el territorio colectivamente y poder decir: Hágalo real: El Trébol es Nuestro.