Educación y Ciudad
Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico
https://doi.org/10.36737/01230425.n45.2023.2892

Recibido: 22 de agosto de 2022; Aceptado: 14 de marzo de 2023

La mirada socioemocional del estudiante: su perspectiva sobre el docente en el desarrollo de las clases


The Socio-Emotional Perspective of Students: Their Views on Teachers in Class Development


O olhar socioemocional do aluno: seu olhar sobre o professor no desenvolvimento das aulas

V. Ordoñez-Rodríguez, 1

Candidata a Doctora en Educación de la Universidad Santiago de Cali. Abogada de la Universidad Santiago de Cali. Magister en Gestión de la Tecnología Educativa de la Universidad de Santander. Especialista en Administración de la Informática Educativa de la Universidad de Santander. Licenciada en Matemáticas. Docente oficial de la IE Normal Superior Santiago de Cali. Cali - Colombia. Correo electrónico: viviana.ordonez03@.edu.co IE Normal Superior Santiago de Cali Cali Colombia

Resumen

Los jóvenes como protagonistas del proceso de aprendizaje experimentan, de manera directa, la forma cómo los docentes realizan su labor. Con base en ese reconocimiento, este artículo pretende dar voz a los adolescentes, al analizar los aspectos humano-emocionales del docente en el desarrollo de las clases, a partir de las percepciones de los estudiantes. Para ello se indagó a educandos de los grados sextos, séptimo y octavo de una institución educativa oficial de Colombia, sobre las características que, basados en sus vivencias, debía tener una buena clase. También, se les preguntó a los estudiantes sobre las cualidades que, para ellos, tenían los mejores maestros, y se dialogó sobre la importancia de la armonía en el ambiente escolar para el aprendizaje. La metodología fue cualitativa; de tipo descriptivo-comprensivo y se empleó la técnica de grupo de discusión. Mediante el análisis del discurso, se pudo concluir que para los estudiantes una buena clase es aquella en la que se combina de manera equilibrada lo académico y las habilidades socioemocionales. Para ellos los mejores docentes son los que buscan diferentes formas de enseñar, que demuestran sus competencias socioemocionales, sus valores y la pasión por lo que hacen. De igual manera, consideraron que es más fácil aprender en ambientes de respeto y confianza, porque de esa forma se sienten motivados y adquieren mejores elementos para su formación integral. Los estudiantes demostraron ser personas críticas y propositivas, por lo cual, se recomienda tener en cuenta su voz en los procesos de transformación de la escuela.

Palabras clave:

competencias socioemocionales, formación integral, aprendizaje..

Abstract

As the protagonist of the learning process, young people directly experience the way in which teachers carry out their work. Based on this recognition, this article aims to give adolescents a voice, by analyzing the human-emotional aspects of the teacher in the development of classes, based on the perceptions of the students. For this, students in the sixth, seventh and eighth grades of an official educational institution in Colombia were asked about the characteristics that, based on their experiences, should have a good class. Also, they asked what qualities the best teachers had for them and discussed the importance of harmony in the school environment for learning. The study carried out was qualitative; descriptive-comprehensive type and the discussion group technique was used. Through discourse analysis, it was possible to conclude that for students a good class is one in which academics and socio-emotional skills are balanced in a balanced way. For them, the best teachers are those who seek different ways of teaching, which demonstrate their socio-emotional skills, their values and their passion for what they do. In the same way, they considered that it is easier to learn in environments of respect and trust, because in this way they feel motivated and acquire better elements for their integral formation. The students proved to be critical and proactive people, for which it is recommended to take into account their voice in the transformation processes of the school.

Keywords:

socio-emotional skills, comprehensive training, learning..

Resumo

Os jovens, como protagonistas do processo de aprendizagem, experimentam diretamente a forma como os professores realizam seu trabalho. Com base neste reconhecimento, este artigo visa dar voz aos adolescentes, analisando os aspectos humano-emocionais dos professores no desenvolvimento das aulas, com base nas percepções dos alunos. Para isso, os alunos das 6ª, 7ª e 8ª séries de uma instituição de ensino oficial na Colômbia foram questionados sobre as características que, com base em suas experiências, uma boa turma deveria ter. Também lhes foi perguntado quais qualidades consideravam os melhores professores a ter e discutida a importância da harmonia no ambiente escolar para o aprendizado. O estudo foi um estudo qualitativo, descritivo-compreensivo, utilizando a técnica do grupo focal. Através da análise do discurso, foi possível concluir que, para os alunos, uma boa aula é aquela em que os acadêmicos e as habilidades sócio-emocionais são combinados de forma equilibrada. Para eles, os melhores professores são aqueles que procuram diferentes maneiras de ensinar, que demonstram suas habilidades sócio-emocionais, seus valores e sua paixão pelo que fazem. Eles também consideram que é mais fácil aprender em ambientes de respeito e confiança, porque dessa forma se sentem motivados e adquirem melhores elementos para sua formação integral. Os estudantes demonstraram que são pessoas críticas e proativas, por isso é recomendável que sua voz seja levada em conta nos processos de transformação da escola.

Palavras-chave:

competências socioemocionais, educação integral, aprendizagem..

Introducción

Desde la perspectiva del marco legal colombiano, en el numeral 1 del artículo 5, de la Ley General de Educación (Ley 115 de 1994), se contempla como uno de los fines de la educación el siguiente:

El pleno desarrollo de la personalidad sin más limitaciones que las que le imponen los derechos de los demás y el orden jurídico, dentro de un proceso de formación integral, física, psíquica, intelectual, moral, espiritual, social, afectiva, ética, cívica y demás valores humanos (Ley General de Educación, Articulo 5).

En concordancia con el artículo citado, la educación busca que los estudiantes logren formarse integralmente, y ello implica el desarrollo de la capacidad crítica, analítica y propositiva (Acaso, 2018; Álvarez, 2018) que los convierta en protagonistas de su aprendizaje.

Dando cumplimiento a lo preceptuado en la disposición normativa anterior, el objetivo de este estudio fue analizar los aspectos humano-emocionales del docente en el desarrollo de las clases, a partir de las percepciones de los estudiantes. Con base a lo anterior se hace la presentación de la metodología empleada, la cual fue cualitativa, de tipo descriptivo-comprensivo; con esta se logró hacer efectivo el protagonismo de los estudiantes en su proceso educativo, escuchándolos y realizando discusión de la temática entre pares, con la moderación del docente investigador, conocedor del contexto.

En la segunda parte de este artículo, se hizo el análisis de las respuestas dadas a los interrogantes que inicialmente se plantearon y de los comentarios que se obtuvieron con las preguntas emergentes, producto de la discusión. Para lo anterior se tuvo en cuenta el sustento teórico de los temas y las investigaciones previas.

Finalmente, se realiza la discusión y se dan a conocer las conclusiones, de tal forma que se evidencie la relevancia de reflexionar los temas educativos, involucrando las percepciones de los estudiantes como actores principales de su proceso de aprendizaje.

Metodología

La investigación realizada fue de carácter cualitativo, de tipo descriptivo-comprensivo. Se hizo en torno a tres preguntas que se les formularon a 80 estudiantes de una institución educativa oficial de la ciudad de Cali. El número de participantes por grado fue el siguiente: 25 de sexto, 25 de séptimo y 30 de octavo; 52,5 % del género femenino y 47,5 % del masculino La edad de los jóvenes, como se muestra en la tabla 1, oscila entre los once y dieciséis años.

Tabla 1: Edades de los estudiantes

Fuente: elaboración propia.

Los interrogantes fueron: ¿Qué cualidades tienen para ti los mejores profesores? ¿Qué características tiene la clase que más te gusta? ¿Qué relación encuentras entre una buena armonía de clase y el aprendizaje?

Cada estudiante en el grupo de discusión, dio a conocer sus puntos de vista en torno al tema y se estableció la reflexión. Esta técnica es «un modo de oír a la gente y aprender de ella» (Morgan, 1996, p. 9). Por lo tanto, permitió la obtención de datos descriptivos de las percepciones de los participantes (Taylor y Bogdan, 1987) sobre los aspectos humano-emocionales del docente en el desarrollo de las clases, a partir de los cuales se logró la comprensión del fenómeno desde el contexto que se genera.

En la investigación cualitativa, como lo afirma Hernández et al., (2004) «El proceso de indagación es más flexible y se mueve entre las respuestas y el desarrollo de la teoría. Su propósito consiste en «reconstruir» la realidad, tal como la observan los actores de un sistema social previamente definido» (p. 15). En este caso, los actores fueron los estudiantes, quienes, teniendo en cuenta su día a día escolar, dieron sus opiniones respecto de lo que perciben de sus maestros.

Resultados

Cualidades de los mejores docentes

Resaltaron que les agradan los docentes que los escuchan, sin juzgarlos, que no los ignoran, que son respetuosos, cordiales, honestos; que se ven alegres, dinámicos, exigentes, inteligentes emocionalmente y a la vez amorosos.

Manifestaron que admiraban mucho a los docentes que les enseñaban a defender sus derechos, siendo críticos y coherentes. Que les inculcaban el valor que representa tener conocimientos adecuados, que los condujeran a tomar buenas decisiones para la vida.

Ninguno de los jóvenes indicó que un buen docente es aquel que no exige, por el contrario, establecieron la exigencia como una de las características de los mejores educadores. De manera explícita, afirmaron que, aunque algunas veces se enojaban por los llamados de atención de sus profesores, sabían que era por su bien, lo importante era que lo hicieran con respeto.

Pocos estudiantes consideraron que el mejor profesor era el que demostraba mayor dominio de la asignatura. Ellos admiran a los educadores creativos, que buscan diferentes formas para enseñar, que logran que los estudiantes aprendan de manera amena y significativa.

Características de las clases que más les gustan a los estudiantes

Los adolescentes manifestaron que las clases que más les gustan, son aquellas en las cuales los maestros les explican de manera didáctica, amena, con paciencia, varias veces y de varias formas. Además, que se caracterizan por desarrollarse demostrando, por parte del docente, interés por la forma como se están sintiendo los estudiantes. Se destacan por brindar espacios para el dialogo y la reflexión cuando se observa alguna emoción negativa o poco sana.

Les agradan las clases en las cuales los docentes demuestran sus valores, les expresan frases bonitas, motivadoras, que les permiten autogenerarse emociones positivas y sentir que son muy capaces de lograr las metas escolares, familiares y su proyecto de vida. Asimismo, les incentivan a ganarse las cosas con esfuerzo, responsabilidad, dedicación y a fortalecer los valores éticos y morales.

Relación entre una buena armonía de la clase y el aprendizaje

Sobre el interrogante de la relación que encontraban entre una buena armonía de clase y el aprendizaje, los adolescentes indicaron que cuando en la clase hay normas y respeto, ellos se sienten con mayor confianza de preguntar. Pueden concentrarse mejor en las explicaciones del docente y, por ende, aprender más. Para ellos es vital que el docente les brinde diferentes tipos de herramientas y les enseñe a ser recursivos.

Realzaron la importancia del respeto para la armonía de las clases, frente a ello cuestionaron la posición de algunos docentes, porque sentían que no los hacían respetar, que frente a las quejas no intervenían, demostrando no ser receptivos ni asertivos. Lo cual, en algunas ocasiones, generaba que los conflictos entre estudiantes no se solucionaran con el dialogo, sino con agresiones físicas o verbales.

En los grupos de discusión surgió el tema de la autoestima y la autoaceptación, como factor que se fortalece o se debilita en el contexto escolar; frente a ello algunos estudiantes contaron que se sentían muy incomodos cuando en las clases sus compañeros se burlaban de ellos. Las burlas, en la mayoría de ocasiones eran por su aspecto físico, porque se equivocaban al dar respuestas a temas de la clase o simplemente por sus opiniones. Destacaron que cuando el docente interviene de manera efectiva frente a las burlas, ellos se sentían respetados y que se les daba la importancia como seres humanos y no como un número más de la lista.

Discusión

Los mejores docentes según la percepción de los estudiantes

Como se evidenció en las respuestas dadas por los participantes en el grupo de discusión, la labor docente se desarrolla con la interacción de seres humanos; por consiguiente, se establecen relaciones entre los estudiantes y de ellos con los docentes Estas relaciones no se circunscriben exclusivamente al intercambio de conocimientos académicos (Jiménez, 2021; Álvarez, 2019; Andrade, 2017; Henao et al., 2017). Así lo indicaron los estudiantes al afirmar que las características que más sobresalen de sus docentes son coherentes con las actitudes que les demuestran, más allá del dominio de la asignatura que les imparten.

El educando valora al maestro que le escucha, que lo respeta, que le habla de manera cordial, que se interesa por sus procesos de aprendizaje. Para los jóvenes, los mejores maestros son los que buscan distintas formas de enseñar, motivan a aprender y que demuestran habilidades humano-emocionales adecuadas a la hora de intervenir en los conflictos que se presentan en la clase.

En función de lo anterior, es pertinente preguntarse si para el ejercicio eficaz de la labor docente es suficiente con tener un alto dominio del área o asignatura; o por el contrario, este conocimiento disciplinar debe estar necesariamente complementado con otro tipo de competencias, como por ejemplos las socioemocionales, las cuales en términos de Bisquerra y Pérez (2007) se definen como «el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales» (p.69).

Las competencias socioemocionales, según los autores señalados abarcan elementos que logran fortalecer aspectos propios de la persona y de sus relaciones con el otro; ellos fijaron cinco bloques, los cuales de una u otra manera hicieron parte de la discusión que se generó con los estudiantes. Es así como, al destacar a aquellos educadores que se interesan por la manera como se están sintiendo, que los escuchan y que no los ignoran, se resalta la conciencia emocional, por medio de la comprensión de las emociones del otro, en este caso, de los estudiantes.

El estudiante reconoce las habilidades de afrontamiento que tienen los docentes y la manera como logran motivarlos para autogenerar emociones positivas, esto hace parte de la regulación emocional. Al admitir que, con el accionar de los docentes, ellos como estudiantes obtienen elementos para autoaceptarse, fortalecer su autoestima, su responsabilidad, su capacidad crítica, además de motivarse a alcanzar sus metas de corto, mediano y largo plazo; están describiendo parte de los elementos que conforma el bloque de la autonomía emocional.

El fortalecimiento de la autoestima y el autoconcepto en los estudiantes se logra a partir de prácticas educativas incluyentes, en las cuales el respeto demuestre una socialización asertiva. Lo anterior, teniendo en cuenta que algunos adolescentes hacen que su valía dependa de aspectos físicos, y esta visión puede ser cambiada si se les muestra otro panorama de vida; al respecto Fernández (2009) afirma:

Autoconcepto físico-bienestar guarda coherencia lógica con la propia naturaleza del bienestar psicológico dado que es un constructo que engloba un juicio acerca de la satisfacción que causa al sujeto determinadas áreas de su vida, entre las que se encuentra la propia persona, es decir, el yo. Por tanto, se presenta aquí el elevado autoconcepto físico como un factor que nos hace propensos al bienestar psicológico. (p.158)

Los adolescentes dejaron claro que necesitan fortalecer su amor propio y que un elemento para lograrlo es el sentirse respetados. En concordancia con lo anterior, en los grupos de discusión, el valor que más sobresalió fue el respeto; el cual fue considerado como el eje central de las relaciones. En ese sentido, quedó en evidencia la relevancia de la intervención oportuna del educador en las situaciones de conflicto; para lo cual debe tener la capacidad de gestionar situaciones emocionales, saber prevenir y solucionar conflictos, ser asertivo, receptivo y demostrar, con el ejemplo, la importancia de respetarse a uno mismo y a los demás para lograr ambientes en armonía. Todo lo precedente refleja los elementos de la competencia social.

Los estudiantes señalaron que los mejores docentes son aquellos que exigen y que a la vez brindan herramientas oportunas, para que los educandos puedan aprender. Les orientan a que sean capaces de buscar ayuda y los recursos que se requieran para apropiarse del conocimiento. Incentivan para que los educandos se fijen metas realistas que pueden lograrse con esfuerzo, compromiso y dedicación, bajo el cumplimiento de los deberes y la exigencia de los derechos. Las características expuestas, corresponden a uno de los cinco bloques de las competencias socioemocionales denominada por Bisquerra y Pérez (2007) como competencias para la vida y el bienestar.

El paralelo entre el análisis de los resultados del grupo de discusión con los estudiantes y los elementos que componen cada bloque de las competencias socioemocionales, desde la teoría de Bisquerra y Pérez (2007), permite afirmar que estas deben estar presentes en los procesos de formación de los docentes; para que ellos a su vez las reflejen en sus estudiantes y se conviertan, como ya se ha manifestado, en un referente a seguir (Schoeps et al., 2021;Ordoñez,2022; Mérida y Extremera, 2017; Montes, 2015; Moraleda,2015).

Son los estudiantes los que, de forma crítica y propositiva, reconocen que los docentes que más les aportan para su formación integral son aquellos que no se limitan a orientar la disciplina académica (Jiménez, 2021, Schoeps, 2019; Villena, 2016). Ellos, sin decirlo de manera explícita, describieron los elementos que hacen parte de cada uno de los bloques de las competencias socioemocionales, como las características a resaltar, y de esa manera colocaron en evidencia la trascendencia de fortalecer esas competencias en los educadores (Oberle et. al, 2020; Pekrun, 2014; Heckman y Kautz, 2012).

Las habilidades socioemocionales, promueven el crecimiento personal y a la vez el intelectual (Padilla, 2021; Álvarez. 2020; Pérez et al., 2018), porque brindan herramientas que fortalecen el aprender a ser, generan motivación para aprender a hacer, porque desarrollan la autonomía que permite aprender a aprender y finalmente facilita el comprender que todas las personas merecen respeto y ello permite aprender a vivir juntos en armonía (Delors, 1997)

El docente y su incidencia en el gusto por la clase

Frente a la pregunta de las características de las clases que más les gustaban, los estudiantes brindaron respuestas que se direccionaban a la manera de actuar del docente y ello debido a que el desarrollo de una clase, del nivel que sea, implica de la intervención del maestro como mediador y orientador de los procesos que permiten la adquisición de los conocimientos. En ese orden de ideas, el fortalecer las habilidades socioemocionales les posibilitan relacionarse asertivamente con sus estudiantes. Parcerisa et al. (2010) afirma que «los educadores son y somos confiados a una gran labor que necesariamente debe garantizar un tratamiento ético para atender, guiar, acompañar a las personas» (p.42).

En la actualidad, el estudiante permanece gran parte de su vida en las instituciones educativas. A veces solo se ve con sus padres o cuidadores en la noche, porque éstos trabajan todo el día, en muchas ocasiones su referente o modelo a seguir es el maestro. Esa realidad hace que el educador se convierta en un guía. La responsabilidad que está inmersa en ello, inicialmente se materializa en la forma como utiliza el discurso como instrumento de trabajo ya que «las palabras representan el pensamiento. No sólo pensamos con las palabras, y nos sirven para articular nuestras razones, sino que el pensamiento se refleja en ellas». (Grijelmo, 2000, p.222).

El pensamiento del maestro se refleja en su discurso, en la forma como les hable a sus estudiantes. De esa manera, podrá motivarlos o, por el contrario, mostrar poco interés en su proceso de crecimiento personal e intelectual (Ordoñez, 2022). La misión de educar implica estar dispuesto a entender al otro, desdibujando un poco los límites verticales para poder intervenir desde una mirada más humana (Barrios et al., 2019). Lo anterior resignificaría los lazos de confianza y daría cuenta del amor que tiene el educador por sí mismo, por su profesión y por sus estudiantes. En esa línea es pertinente recordar al sociólogo Bauman (2005), sobre el significado de amar al otro:

Amar al prójimo como nos amamos a nosotros mismos significaría entonces respetar el carácter único de cada uno, el valor de nuestras diferencias que enriquecen el mundo que todos habitamos y que lo convierten en un lugar más fascinante y placentero, ya que amplia aún más la cornucopia de promesas. (p. 70)

Uno de los pasos para amar al prójimo es escucharlo. Frente a la anterior afirmación es ineludible preguntarse ¿cuántos maestros escuchan a sus estudiantes? Una de las apreciaciones de los jóvenes participantes fue la necesidad de ser escuchados, por ello rescatan la escucha como cualidad esencial de los mejores docentes. Sobre ello, afirman que les gustan las clases en las que existe el dialogo. El ejercicio de escuchar a los educandos permitiría una transformación de los planes educativos y por ende se podría pensar en la obtención de mejores resultados en todas las áreas de formación. Perrenoud (2004), en relación con lo esbozado afirma:

La relación con el conocimiento puede ser redefinida en la clase, a merced de una verdadera negociación del contrato didáctico, lo que evidentemente supone, por lo que se refiere al profesor, la voluntad y la capacidad de escuchar a los alumnos, ayudarlos a formular su pensamiento y a tener en cuenta sus palabras. (p.57)

A los estudiantes les agradan las clases creativas y didácticas porque consideran que así son tenidos en cuenta desde su propio ser y saber.

Los ambientes en armonía posibilitan un mejor aprendizaje

Los ambientes escolares con buena armonía les posibilitan a los estudiantes aprender de mejor manera. Por ello, destacaron el respeto como uno de los elementos esenciales en las interacciones que se dan en las aulas de clases. El respeto por el estudiante se demuestra en la medida que se le tenga en cuenta como agente de derechos. Los adolescentes, aunque a veces algunos adultos no lo reconozcan, no son seres humanos acríticos (Arce,2016), por el contrario, tiene la capacidad de analizar las situaciones escolares que vivencian y de dar su opinión de forma crítica y propositiva.

En la medida que, desde lo que se tiene, se establezca el compromiso de mejorar las prácticas educativas, las condiciones de los educandos mejorarán. Y quizás, se pueda contrarrestar la innegable violencia simbólica que referenciaron Bourdieu y Passeron (1970):

La escuela se convierte en el blanco de una parte de la violencia de los jóvenes, los que excluye de una forma prematura o relega en actividades sin futuro. La institución entonces se ve a veces tentada a restablecer una represión feroz, pero pronto se da cuenta de que el viejo equilibrio se ha roto y que el recurso de técnicas de poderes, antes eficaces, de ahora en adelante echa leña al fuego. (p. 177)

Basados en esa capacidad crítica, ninguno de los participantes consideró que los mejores docentes tenían como característica el ser permisivos o pasivos con los comportamientos inadecuados de los estudiantes y que no les exigieran académicamente. Por el contrario, admiraban a los que les motivaban a defender sus derechos con argumentos. Ellos valoran a los educadores que son capaces de solucionar los conflictos que se presentan en el aula, para brindarles un clima escolar adecuado para el aprendizaje. Consideraron que se aprende más fácil cuando se tiene la confianza, que frente a las situaciones que se puedan presentar, siempre se propenderá por que haya respeto para todos los actores que intervienen en la clase. En concordancia con lo anterior Román (2008) expone algunos elementos que se deben tener en cuenta en el aula para una enseñanza armónica:

Una clase con buena armonía, se caracteriza por la incorporación y acogida de los intereses y necesidades de los niños y niñas por parte del profesor. Para que un alumno aprenda tiene que sentirse bien con sus compañeros y con el docente. Esta satisfacción afecta positivamente la mirada sobre sí mismo, sus capacidades y posibilidades de aprender, al mismo tiempo que su legítimo derecho a equivocarse (p.85)

A veces parece no tener relación alguna, por lo menos así lo aseguran algunos educadores, el rendimiento académico con el hecho de que el estudiante se sienta valorado y acogido dentro del grupo. Esa postura ha conllevado a que a algunos profesionales de la educación no les parezcan preponderantes las habilidades socioemocionales en los procesos educativos. Desconocen, que pese a todas las cosas que juegan en contra del sistema escolar, «los alumnos aprenderán en la medida en que el docente confíe en que lo pueden hacer y se los haga saber. Así un profesor eficaz debe tener altas expectativas hacia ellos, y, por supuesto, dárselas a conocer.» (Román, 2008, p.218).

La exigencia va ligada con el amor por lo que se hace. El ambiente de armonía se construye a partir del conocimiento del ser humano y para ello el ingrediente principal es el amor. Así lo expresa Humberto Maturana (2004) al indicar:

Nosotros, los seres humanos, somos seres biológicamente amorosos como un rasgo de nuestra historia evolutiva. Esto significa dos cosas: la primera es que el amor ha sido la emoción central conservada en la historia evolutiva que nos dio origen desde hace unos cinco a seis millones de años atrás; la segunda que enfermamos cuando se nos priva de amor como emoción fundamental en la cual transcurre nuestra existencia relacional con otros y con nosotros mismos (p.46).

El educador que tiene claro su papel social es exigente, sabe trabajar en equipo, en aras de una construcción coherente de saberes. Siguiendo los planteamientos de Freire (1997) se puede afirmar que:

El clima del pensar acertado no tiene nada que ver con el de las fórmulas preestablecidas, pero sería la negación de ese pensar si pretendiéramos forjarlo en la atmósfera del libertinaje o del espontaneísmo. Sin rigor metódico no existe el pensar acertado (p. 49).

Cuando se logra un ambiente de aula de confianza, respeto y motivación el estudiante se ve abocado a querer afianzar su proceso de aprendizaje y se optimiza el tiempo, debido a que el desarrollo de las actividades no se fractura constantemente por situaciones de inadecuada convivencia. En relación con ello, Murillo (2008) afirma que «las escuelas especialmente eficaces parecen ser aquéllas en las que los alumnos tienen más tiempo para aprender» (p. 238). No se puede aseverar que todos los educandos obtendrán los resultados esperados; sin embargo, ellos mismos afirmaron que los componentes descritos les brindan mayor motivación y se esfuerzan mucho más.

En consecuencia, el estudiante que socializa adecuadamente permite el mejor desarrollo de las clases. Es innegable que uno de los escenarios más importantes para que las personas aprendan a socializar es la escuela. Kantor (2011), expresa:

La socialización es convivencia con los demás, sin la cual el hombre se empobrecería y se privaría de una fuente de satisfacciones básicas para el equilibrio mental. Esta convivencia cumple con el objetivo de llenar las necesidades fundamentales de afecto, de protección, de ayuda, etc. La convivencia es por otra parte, la mejor prueba de que la socialización es correcta y de que el individuo se ha abierto a los demás. La socialización es interiorización de normas, costumbres, valores y pautas, gracias a la cual el individuo conquista la capacidad de actuar humanamente. (p. 255).

El ser humano es un ser integral y se caracteriza por su ser social, espiritual, biológico y psicológico (Alonso y Escorcia, 2003). Los docentes por su labor están obligados a tener en cuenta todos esos aspectos en su individualidad como persona y en lo colectivo como pedagogos.

En el proceso de formación integral cada estudiante toma de sus educadores lo que le resulta más significativo. Este estudio demostró que el contenido académico de cada asignatura, como elemento del proceso de aprendizaje no es lo que más recuerdan. Los docentes son más recordados o valorados por su forma de enseñar, por sus valores y por la manera cómo interactúan con los demás. Para ellos, son más significativos los aspectos humano-emocionales, que como ya se demostró, hacen parte de las habilidades socioemocionales, que comparte el docente al interactuar en los espacios escolares y que son percibidas por los estudiantes.

Conclusiones

Los estudiantes consideran que los mejores docentes son aquellos que además de brindar conocimientos académicos les ayudan a fortalecer su formación integral desde lo humano-emocional.

Las competencias socioemocionales, enfocadas desde la postura de Bisquerra y Pérez (2007), son reconocidas en los estudiantes de manera implícita, como habilidades que deberían desarrollar los docentes, para lograr armonizar los procesos de aprendizaje.

Algunos gobiernos han determinado políticas de alienación que subyacen en la escuela. Una de las formas de contrarrestar esa pretensión, es tener docentes con habilidades humano-emocionales adecuadas, que permitan brindarles herramientas a los jóvenes para que tengan buena autoestima, se acepten tal como son, logren ser críticos, propositivos y entender que el conocimiento es una forma de liberación.

Las actitudes y comportamientos de los docentes no pasan desapercibidos para los estudiantes. En consecuencia, ellos identifican que los educadores que más les aportan elementos valiosos para su formación integral, son aquellos que los tratan con respeto, que buscan diferentes estrategias para que logren los aprendizajes; que los orientan en la formación humana con la adecuada coherencia entre las palabras y las acciones.

Es pertinente que tanto las autoridades educativas como las instituciones formadoras de maestros prioricen los temas que están relacionados con las competencias socioemocionales; para que los profesionales de la educación y los futuros educadores tengan herramientas para afrontar, en debida forma, las situaciones que van más allá de lo académico.

Al brindar espacios en los cuales se evidencie un ambiente de libertad y respeto, el estudiante expresa, como protagonista de su aprendizaje, las percepciones que le genera la interacción con sus docentes. Ello posibilita que los educadores reflexionen y puedan cristalizar, si así lo deciden, cambios significativos en su labor, los cuales se verán reflejados en la transformación de la escuela.