Balance de la pandemia: posibles lecciones aprendidas para el sector educativo en Bogotá Balance of the pandemic: Lessons learned from the emergency measures on the education sector in Bogota
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Resumen
El cierre de brechas digitales, la necesidad de replantear sistemas de evaluación, la importancia de medir diversas habilidades invisibilizadas en las métricas de educación convencional, son algunos aspectos que deberían estar en la agenda del sector educativo tras los cambios suscitados por la pandemia. La capacidad de adaptación, innovación y participación de diversos actores centrales son punto clave para incorporar las lecciones aprendidas en este periodo. Partiendo de evidencias, hallazgos y conversaciones con diversos actores del ámbito educativo en Bogotá, se postulan elementos para construir un sistema educativo más consistente.
The closing of digital gaps, the need to rethink evaluation systems, the importance of measuring invisible skills in conventional education metrics, are some aspects that should be on the education field agenda after the changes brought by the pandemic. The capacity for adaptation, innovation and participation of various central actors are key to incorporate the lessons learned in this period. Based on evidence, findings and conversations with several actors in the educational field in Bogotá, a series of elements are postulated in this article to build a more consistent educational system.
educational transformations, Lessons learned, educational gaps, emergency measures, pandemic
Recibido: 11 de abril de 2021; Aceptado: 6 de julio de 2021
Resumen
El cierre de brechas digitales, la necesidad de replantear currículos y sistemas de evaluación, la importancia de la socioemocionalidad, la capacidad de adaptación, innovación y participación de diversos actores centrales son puntos clave que se postulan en la agenda del sector educativo, tras los cambios suscitados por la pandemia. A partir de evidencias, hallazgos y conversaciones con diversos actores del ámbito educativo en Bogotá, se postulan elementos para construir un sistema educativo distrital más consistente con los desafíos del siglo XXI.
Palabras clave:
Lecciones aprendidas, transformaciones educativas, brechas educativas, medidas de emergencia, pandemia..Abstract
The closing of digital gaps, the need to rethink evaluation systems, the importance of measuring invisible skills in conventional education metrics, are some aspects that should be on the education field agenda after the changes brought by the pandemic. The capacity for adaptation, innovation and participation of various central actors are key to incorporate the lessons learned in this period. Based on evidence, findings, and conversations with several actors in the educational field in Bogotá, a series of elements are postulated in this article to build a more consistent educational system.
Keywords:
Lesson learned, educational transformation, educational gaps, emergency measures, pandemic..Resumo
O fechamento das brechas digitais, a necessidade de repensar sistemas de validação, a importância de medir diversas habilidades invisíveis nas métricas da educação convencional, são aspectos que deveriam estar na agenda do setor educativo depois das mudanças que aconteceram na pandemia. A capacidade de adaptação, inovação e participação de diferentes atores centrais são pontos chaves para incorporar as lições aprendidas neste período. Partindo de evidências, descobertas e conversações com vários atores do âmbito educativo em Bogotá, se postulam elementos para construir um sistema educativo mais consistente.
Palavras-chave:
Lições aprendidas, transformação educacional, lacunas educacionais, medidas de emergência, pandemia..Introducción
A más de un año de las primeras medidas tomadas para mitigar los efectos de la pandemia de la COVID-19, uno de los sectores más afectados ha sido el educativo que ha tenido que adaptarse de manera rápida a las transformaciones y las dificultades que supone la virtualidad, así como a las barreras de acceso de gran parte de la población más vulnerable tras los cierres y las medidas de choque adoptadas. Dentro de los grandes retos que tiene la sociedad está el de determinar cuáles serán las transformaciones que permanecerán una vez la vida recobre su “normalidad”, entendida como la ausencia de las restricciones derivadas de las medidas para mitigar la pandemia.
Los cierres prolongados de las instituciones educativas a nivel mundial han suscitado amplios debates en torno a los efectos que pueden tener sobre la pérdida de aprendizajes, el aumento de las brechas socioeconómicas y educativas, así como los impactos más apremiantes que pueden estar asociados a una mayor deserción educativa, peores desempeños en pruebas estandarizadas, entre otros (Universidad de los Andes, 2020). Dentro de las regiones más afectadas del mundo por cuenta de los cierres está América Latina, pues mientras el promedio de días de cierre de las escuelas en el mundo es de 95 días, en América Latina el promedio es de 158 días (Unicef, 2021), el más prolongado del mundo.
Los costos definitivos, tanto de vidas como de impactos socioeconómicos, se desconocen aún, pero desde ya se puede prever que serán altos y demandarán acciones concretas de los gobiernos para afrontar las consecuencias en los próximos años (García, 2020). Uno de los retos más destacados que ha tenido que sortear el sector educativo es el de las brechas digitales, que en países como Colombia pasa por la falta de conexión de internet y de herramientas tecnológicas en algunos sectores poblacionales, así como la baja cobertura instalada que no permite el trabajo en tiempo real, en especial medida en zonas rurales, municipios alejados de las principales ciudades y personas que viven en estratos bajos.
Según estudios del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) y el Ministerio de Tecnologías de la Información y la Comunicación (MinTIC) realizados en el año 2018, la penetración de la Internet de banda ancha fija en estrato 1 es apenas del 20,5 %, mientras que para el estrato 6 llega a 99,8%, generando una dificultad para el acceso a la educación desde la virtualidad (Constaín, 2020). En el documento Consejo Nacional de Política Económica y Social 3938 de 2020 (CONPES), se identificó que el 85% de las sedes educativas en el país no cuentan con conexión a la Internet, y que por la situación de COVID-19 las instituciones educativas del sector oficial y privado debieron modificar sus prácticas de enseñanza y aprendizaje desde la virtualidad, y verse enfrentados a estas situaciones de falta de acceso, conectividad o de recursos tecnológicos de sus estudiantes. De acuerdo con los datos del Índice del Derecho a la Educación (IDE), en los colegios públicos de Bogotá, hay un porcentaje de cumplimiento superior al 98% (IDEP, 2020) en cuanto a conexión a la Internet. Aunque el dato es positivo, el hallazgo cualitativo evidencia que dicha conexión institucional puede estar en mayor medida destinada a los administrativos y docentes, y en menor medida a los estudiantes.
Frente a este panorama, uno de los grandes temores ha sido el abandono escolar de las poblaciones más vulnerables, por lo que los esfuerzos han estado enfocados en adaptar los esquemas educativos a los diversos contextos y necesidades, en mayor medida. Aunque es muy temprano para conocer los impactos reales de la pandemia en el sector educativo, algunas cifras preliminares muestran que el acceso y permanencia en el sistema escolar en la ciudad de Bogotá mejoraron para 2020 (Secretaría de Educación del Distrito, 2021). Tal es el caso de la tasa de deserción del sector oficial que registró la cifra más baja en la historia de la ciudad, situándose en 0,46%.
Así entonces, al partir de las problemáticas asociadas a los efectos de la pandemia sobre el sector educativo, en el presente trabajo se analizan los aprendizajes que pueden representar una oportunidad de cara a pensar en las transformaciones educativas que se necesitan en una sociedad post COVID, además de los diversos cambios y adaptaciones. En esta medida, y dado el rol protagónico de la conectividad en este sector, se plantea inicialmente el panorama existente en términos de brechas que estaban latentes en la sociedad, pero que cobraron relevancia y visibilidad a la luz de las nuevas necesidades y dependencias suscitadas por los cierres de las escuelas. En igual sentido, dadas las preocupaciones latentes frente a la deserción escolar, reprobación, matrícula, entre otros aspectos que podrían haberse visto afectados tras la crisis de la pandemia, se aborda un panorama inicial frente al comportamiento de ciertos indicadores previo a la pandemia.
En segundo lugar, se exponen los aspectos más sobresalientes en torno a las formas en que se ha gestionado la crisis en el sector educativo y se destacan algunos logros en medio de la reorganización de la comunidad educativa y los esfuerzos conjuntos que se han realizado, a partir del diálogo con diversos actores del sector educativo en Bogotá. Finalmente, se hace un análisis más detallado de cara a las transformaciones pendientes, las cuales deben ir más allá de retomar viejas prácticas, o de trasladar a otros escenarios los mismos esquemas pedagógicos que se venían dando antes de los cambios que supuso la pandemia y que, en definitiva, constituyen los principales retos del sistema educativo distrital.
Panorama general del impacto de la pandemia en el sector educativo distrital
¿De acuerdo con las cifras del Ministerio de Educación Nacional, para 2018 Bogotá tenía un número de estudiantes matriculados en el sector oficial de 780.052, que para 2019 ascendió a 785.171. Para 2020, de acuerdo con información de la Secretaría de Educación del Distrito (SED), se estima que el número de estudiantes matriculados ascendió hasta 794.598. Es importante evidenciar que, de acuerdo con las cifras del Ministerio de Educación Nacional, a marzo de 2021 el número de matriculados en Bogotá es de 798.889, lo que indica que la tendencia de crecimiento en la matrícula continúa. Por su parte, el porcentaje de deserción en la ciudad para 2018 fue de 1,66%, de 1,6% para 2019 y de 0,46 para 2020 de acuerdo con datos de la SED y el SIMPADE (Secretaría de Educación del Distrito, 2021). Lo anterior parece indicar que, pese a las dificultades y las circunstancias propias de la pandemia, el número de matriculados aumentó y la tasa de deserción disminuyó (Figura 1).
El aumento de la matrícula y la reducción de la deserción en el contexto de la pandemia podrían explicarse como resultado de una fuerte institucionalidad que acompaña a las instituciones educativas oficiales de la ciudad (C. Reverón, comunicación personal, 3 de diciembre de 2020). En consonancia con esto, España también reporta tasas históricas de reprobación muy bajas, incluso en las zonas donde no se flexibilizaron las reglas académicas por causa de la pandemia, donde se encontró que solo 1 de cada 10 estudiantes de secundaria reprobó (El País, 2021).
Otro de los aspectos centrales en el sector educativo durante la pandemia ha sido la conectividad, toda vez que los cierres de las escuelas han implicado el uso de las herramientas digitales para continuar el ciclo escolar. Según Unicef (2020) el número de estudiantes que tienen acceso a la Internet en el mundo es muy desigual entre regiones, asociado con el nivel de ingresos de los países. De acuerdo con los datos, en regiones como Asia Oriental y el Pacífico, y América Latina y el Caribe la cifra indica que cerca del 50% de los niños y jóvenes no tienen acceso a la Internet. Asimismo, el informe de la CEPAL (2020) indica que en los países de la región el acceso a dispositivos electrónicos es muy desigual. Se encuentra que en promedio el 57% de los estudiantes de los siete países cuentan con un computador portátil en su hogar. Las diferencias según la condición socioeconómica son muy significativas, entre un 70% y un 80% de estudiantes del cuartil socioeconómico más alto cuentan con un computador portátil en el hogar, en comparación con un 10% o un 20% de estudiantes del cuartil socioeconómico más bajo.
A las desigualdades presentes en las diversas regiones del mundo se le suman las desigualdades territoriales en los planos urbano y rural. De acuerdo con los datos del informe presentado por Unicef (2020), en Latinoamérica la brecha entre lo rural y lo urbano es la mayor, al superar los 30 puntos porcentuales, en Europa del este y Asia central es de 21 puntos, en Asia del este y Pacífico de 19 puntos, en Oriente Medio y África del Norte es de 19 puntos y el promedio mundial de la brecha es de 16 puntos porcentuales. En Colombia, de acuerdo con la Encuesta de Calidad de Vida del DANE, para 2018, en las zonas urbanas, un 50,9% de las personas usaron computador y un 72,4% usaron la Internet. En contraste, en los centros poblados y rural disperso, se encontró que el tan solo 24,5% de las personas usaron computador y un 35,8% usaron la Internet.
El cierre de colegios permitió evidenciar aún más el escenario de dificultades para la población vulnerable en el país. Para 2017, la pobreza multidimensional en áreas rurales y remotas seguía siendo de más del doble en comparación con los habitantes de las áreas urbanas, y sigue siendo particularmente grave en áreas remotas (Radinger, et al, 2018). Si se analizan los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) 2018 de la OCDE, los estudiantes rurales en Colombia obtuvieron un puntaje promedio de 30 puntos por debajo de los estudiantes en zonas urbanas del país. El mayor grado de pobreza, la dificultad en el acceso a dispositivos y, a su vez, de conexión a internet en las áreas rurales podría ser uno de los factores que expliquen la diferencia en los resultados.
Por su parte, García, Maldonado, Moya y Rodríguez (2020) postulan que los cierres de las escuelas y los colegios tienen implicaciones devastadoras para los niños, niñas y adolescentes. Algunas de estas implicaciones podrían estar asociadas a la pérdida de aprendizaje, mayor rezago académico, aumento en los índices de deserción, dificultades de socialización y riesgos para la salud emocional y mental. Especialmente, se hace énfasis en que los riesgos serán mayores para los estudiantes de hogares vulnerables que no cuentan con un apoyo familiar para estudiar o que no poseen las herramientas digitales para continuar sus estudios.
Así entonces, al estar las escuelas cerradas dejan de ser un escenario donde se brindan garantías de alimentación y cuidado frente al riesgo de maltrato. Las condiciones de la crisis sanitaria y los confinamientos pueden aumentar el estrés familiar y, a su vez, detonar situaciones que ponen en riesgo la salud física y mental de los niños y las familias. (García et al., 2020). En este sentido, resulta importante mencionar los reportes de violencia intrafamiliar durante 2020 que se incrementaron en un 103% en relación con 2019 (Observatorio Colombiano de las Mujeres, 2021). De igual manera, las brechas educativas y socioeconómicas existentes pueden verse intensificadas y repercutir en un menor desarrollo cognitivo y socioemocional de los estudiantes, como también en un aumento de la acumulación de capital cultural (García et al., 2020).
Voces y reflexiones del sector educativo en el marco de la pandemia
La dinámica del sector educativo durante la pandemia ha dejado al descubierto las deudas históricas que existen en los entornos escolares, así como la importancia de tener una comunidad educativa articulada, involucrada en los procesos de construcción pedagógica. Las transformaciones, que en condiciones normales se dan de forma lenta y paulatina, han sido significativas en materia educativa durante la pandemia y se han dado principalmente desde tres momentos: disrupción, transición y reimaginación (McQuirter, 2020). En ellos, el principal reto ha sido convertir la instrucción presencial en aprendizaje en línea, a partir de un fuerte apoyo institucional y colegiado entre los distintos actores educativos, especialmente entre los docentes.
En esta medida, de acuerdo con algunos actores del sector consultados, dentro de los aprendizajes que sobresalen está el cambio de paradigmas en términos de estrategias de aprendizajes y enseñanzas. Este ha permitido un mayor diálogo entre profesores, al tiempo que ha fortalecido la comunidad educativa y ha ayudado a impulsar procesos de transformación pedagógica desde adentro de la escuela (Carlos Reverón, Subsecretario de Acceso y Permanencia SED, comunicación personal, 3 de diciembre de 2020).
Dentro de las transformaciones que se han dado, el maestro ha sido uno de los grandes protagonistas, en tanto ha estado en contacto permanente con los estudiantes y las familias. En esta medida, los maestros han sido una vía de escape para muchas realidades de los estudiantes en medio de las dinámicas que ha supuesto la pandemia para muchas familias y su autonomía ha jugado un rol importante en el proceso (M. Castillo, comunicación personal, 4 de diciembre de 2020). En este mismo sentido, otro de los actores importantes que se convirtieron en protagonistas durante este proceso son las familias y los cuidadores, quienes tuvieron un mayor involucramiento en la educación de sus hijos (Rodríguez, 2020). A partir de este acompañamiento familiar, el proceso formativo de los estudiantes se pudo ver fortalecido en la medida en que los padres podían seguir más de cerca el ciclo educativo de sus hijos y, así, lograr identificar las fortalezas y las debilidades en sus procesos de aprendizaje (Universidad de los Andes, 2020). Esto coincide con lo señalado por todos los actores consultados.
De acuerdo con algunos maestros que participaron en los grupos focales1, uno de los aprendizajes se relaciona con la capacidad que debe tener el sistema educativo para adaptarse a los cambios, al plantear un proceso más flexible (frente a los contenidos y la evaluación), en el que el liderazgo y la innovación sean fundamentales para introducir las transformaciones requeridas por el sistema, y hacer un balance de los recursos disponibles y las necesidades. En este sentido, de acuerdo con la perspectiva de algunos actores del sector, la pandemia ha sido un horizonte para mostrar las posibilidades de lo que se puede hacer para transformar e innovar en términos educativos, con la obligación de adaptarse a las dinámicas en función de tiempo, espacio, las relaciones entre estudiantes, profesores, familias, instituciones educativas, entre otros (Carlos Reverón, Subsecretario de Acceso y Permanencia SED, comunicación personal, 3 de diciembre de 2020).
En esta línea, uno de los aspectos que se ha privilegiado en el proceso educativo es el desarrollo de competencias ciudadanas y socioemocionales de los estudiantes, al advertirse las afectaciones que la pandemia ha ocasionado. Un proceso importante en este contexto tiene que ver con la priorización de las competencias, para efectos de poder establecer unos mínimos sobre los cuales se pueda dar continuidad al proceso formativo (Arias Ortiz et al., 2020) que trascienda la coyuntura. En consonancia con esto, hay consenso también entre los distintos actores consultados en torno a los impactos generados en el plano socioemocional tras el cierre de las escuelas y las nuevas dinámicas escolares. Lo anterior debido a que estas dimensiones socioemocionales y afectivas cobraron mayor relevancia con ocasión de la pandemia en el entorno educativo, dadas las afectaciones a docentes, estudiantes, familias y, en general, a la comunidad educativa.
Otro elemento clave que se identificó corresponde a la necesidad de replantear el sistema de evaluación, con miras a disminuir ciertas tensiones asociadas a las calificaciones. Existe la necesidad de medir aprendizajes diferentes a los tradicionales, priorizando competencias y valores que se han puesto como prioritarios en el contexto de la pandemia, como el autocuidado, la solidaridad, la resiliencia, las competencias y las aptitudes socioemocionales, entre otras (CEPAL-Unesco, 2020). En Bogotá se observó que algunos colegios replantearon su sistema de evaluación, algo que había sido muy rígido y difícil de modificar históricamente (Carlos Reverón, Subsecretario de Acceso y Permanencia SED, comunicación personal, 3 de diciembre de 2020).
En línea con lo anterior, además de la necesidad de modificar los sistemas de evaluación en clave de las afectaciones socioemocionales, también se ajustaron en función de los retos que supuso la virtualidad. Los cierres repentinos obligaron a los colegios a adoptar estrategias que permitieran mantener escolarizados a los estudiantes para garantizar, en la medida de lo posible, la continuidad educativa a través de plataformas digitales y medios de enseñanza alternos a la Internet, como la radio, guías físicas y textos impresos, materiales audiovisuales, entre otros (Ministerio de Educación Nacional, 2020a). La comunidad educativa se ha enfrentado a un despliegue de plataformas y herramientas digitales cambiantes, que están entregando nuevos contenidos de manera rápida (McQuirter, 2020), lo que ha representado algunos retos en función de la adaptación de un modelo de enseñanza distinto al tradicional, pues la virtualidad no debería prestarse para replicar las dinámicas del aula (Consuegra, 2020).
En cuanto a los cierres y la reapertura de las instituciones educativas, pese a la preocupación de algunos sectores asociados a las posibles afectaciones socieconómicas y educativas en el mediano y largo plazo, Bogotá no ha sido diferente en cuanto a la tendencia de América Latina con los cierres más prolongados de las escuelas en el mundo (Unicef, 2021). No obstante, pese a los avances en reapertura en diversos países de Europa y el mundo, la dinámica de los contagios ha llevado a que, un año después de los primeros cierres, países como Francia, Bélgica, Italia, Alemania, entre otros, hayan tenido que suspender la presencialidad nuevamente. En el caso de Bogotá, entre septiembre y octubre de 2020 algunas escuelas empezaron a retornar bajo la estrategia de retorno Gradual, Progresivo y Seguro - GPS (IDEP, 2020), con un esquema de alternancia que implicó la adaptación de varias medidas para garantizar el retorno.
En el marco de las adaptaciones que fue necesario realizar por parte de los establecimientos educativos para el retorno, se destacan adecuaciones de infraestructura, de horarios, del equipo docente, con la comunidad educativa y curriculares. En el plano tecnológico, se adaptaron equipos en las aulas para hacer simultaneidad de clases, se organizaron los niveles por ciclos, y de acuerdo con estos se estableció la asistencia (Universidad de los Andes, 2020). Asimismo, bajo la dinámica de reapertura, se han dado procesos de articulación de la comunidad educativa, como las propuestas de crear un comité de COVID en cada colegio, a través del cual se pudieran tomar decisiones rápidas para atender brotes o casos emergentes y, de esta manera, mitigar la transmisión (Universidad de los Andes, 2020).
Por otro lado, dentro de los mayores retos que tuvieron que afrontar las escuelas para propiciar las dinámicas de retorno, se tuvieron que fortalecer la cooperación y la confianza entre las partes, para lograr los cambios requeridos. Al parecer los protocolos y las medidas tomadas para el retorno lograron generar confianza en las familias, por lo cual las instituciones educativas reportaron que los asistentes fueron aumentando paulatinamente en la medida en que avanzaban las semanas de reapertura. Esto implicó unas logísticas más estrictas de alternancia para lograr mantener aforos pequeños y cumplir los protocolos de distanciamiento (Universidad de los Andes, 2020a).
En el plano administrativo, sobresalen algunos aprendizajes que ayudaron a facilitar procesos, como la capacidad de respuesta que ha permitido dar soluciones muy rápidas a las problemáticas presentadas en cuanto a la creación de materiales pedagógicos, gestión el Programa de Alimentación Escolar (PAE), generación de contenido, las estrategias “Aprende en casa”, la gestión administrativa para que la entidad siga funcionando, la capacidad de adaptarse a la creación de formularios e instrumentos, entre otros (Jefinner Ruíz, Subsecretaría de Gestión Institucional SED, comunicación personal, 9 de diciembre de 2020). En esta misma línea, se destaca también el hecho de que muchos trámites asociados a matrícula, registros y consultas se realizan completamente en línea, para facilidad y cuidado de la comunidad educativa (Carlos Reverón, Subsecretario de Acceso y Permanencia SED, comunicación personal, 3 de diciembre de 2020). Por otro lado, algo destacable en medio del funcionamiento del sistema educativo tiene que ver con la articulación institucional que ha permitido integrar la oferta de la administración en función de responder a las necesidades del sector (Mauricio Castillo, Subsecretario de Calidad y Pertinencia SED, comunicación personal, 4 de diciembre de 2020).
Frente al sistema de evaluación y desarrollo de habilidades, en el grupo focal de representantes sindicales consultados se planteó la necesidad de repensar el sistema educativo en clave de enseñar habilidades para la vida, necesarias para afrontar contextos cambiantes, que se evidencien en currículos en donde el propósito sea fomentar los aprendizajes fundamentales, en consonancia con la planeación de unidades didácticas pertinentes, así como de metodologías de evaluación diversas y flexibles. Se destacó la importancia de encontrar otros métodos que permitan una mayor apropiación de los contenidos de saber propuestos por parte de los estudiantes, así como del uso del material pedagógico (Grupo focal academia, comunicación personal, 30 de noviembre de 2020)2.
Dentro de los retos para el retorno a las aulas hay algunos aspectos que son fundamentales garantizar, como el acceso al agua y el saneamiento básico, contar con una infraestructura adecuada que permita la ventilación de los espacios, disponer de los recursos humanos necesarios, proveer conectividad y acceso a las TIC, disponer los recursos financieros necesarios para llevar a cabo las medidas y sostener los procesos que demande el sistema educativo en función de las transformaciones que han ocurrido, así como la definición de prioridades y las líneas de acción para garantizar la operación del sistema escolar en el marco de la pandemia (BID, 2020).
Por un lado, desde los sindicatos se advierten las brechas digitales que no fueron resueltas en 2020 como un lunar del sistema educativo en esta coyuntura y que, a su vez, son una necesidad que sigue siendo importante resolver (Grupo focal sindicatos, comunicación personal, 27 de noviembre de 2020)73. Por otro lado, preocupa el hecho de que muchos docentes están dentro de la población de riesgo que no podrá retornar en el corto plazo y que no cree tener claridad frente a la manera en que se van a resolver estos temas administrativamente. Por su parte, algunas de las oficinas de concejales de Bogotá consultadas manifestaron que se deben continuar fortaleciendo los diálogos con la ciudadanía, con miras a tomar decisiones acertadas. Para poder llevar a cabo la reapertura de las escuelas en 2021 es necesario garantizar también los servicios complementarios (alimentación, transporte, conexión) para que todas las familias puedan tener las garantías mínimas en el retorno a las aulas.
En cuanto a lo observado en el desarrollo docente durante la pandemia, se evidencia que afloraron problemas que se derivan de las brechas tecnológicas existentes en la sociedad, en cuanto a acceso, uso, habilidades y aplicación de metodologías educativas en el aula. Por esta razón, es determinante el equilibrio entre las acciones educativas, la consecución de los objetivos de aprendizaje y los métodos de evaluación. Hay que tener en cuenta que las herramientas informáticas no implican una integración al contexto digital. Por ello es importante propiciar una evaluación continua que triangule los objetivos de aprendizaje, las actividades y las pruebas evaluativas con un carácter más reflexivo y menos memorístico (García y Corell, 2020).
Dentro de las medidas que deberán asumir los estados para enfrentar los impactos de la pandemia sobre el sector educativo está la creación de marcos regulatorios en cuanto a incentivos y financiación que permitan la inclusión de aquellos que, en medio de las dificultades y afectaciones generadas por la crisis, abandonaron las aulas (Pedró, 2020). Como una respuesta a estas realidades que se avecinan, una de las propuestas para mitigar los impactos negativos de esta coyuntura es promover programas de aceleración del aprendizaje, centrados en aplicar metodologías de aprendizaje activo, enfocadas en mejorar la autoestima y la motivación hacia el aprendizaje de los estudiantes (García, 2020). Para ello, deberán tenerse en cuenta las necesidades particulares de cada estudiante y partir del contexto socioeconómico, las necesidades pedagógicas y los estímulos que se requieran.
Una alternativa interesante podría ser el desarrollo de un modelo flexible de educación híbrida, en el que se combine la educación presencial con la remota a través de dispositivos electrónicos. La dimensión de este modelo debe basarse en un “aprendizaje profundo”4 que se centre en el estudiante y lo comprenda desde su individualidad, de tal manera que se potencien sus habilidades y se generen aprendizajes que le sirvan para su desarrollo personal (Arias Ortiz et al., 2020).
Finalmente, en aras de materializar esas acciones en políticas educativas duraderas como una estrategia que ayude a recoger las lecciones aprendidas y potenciar los esfuerzos que se han realizado, es fundamental que se creen equipos especializados, con alta participación docente y otros profesionales interdisciplinarios que se dediquen específicamente al diseño de estrategias, guías y rutas de aprendizaje, en diferentes formatos, plataformas y niveles.
Más allá de la emergencia por la pandemia, y todos sus efectos colaterales, la sociedad del siglo XXI está signada por cambios vertiginosos en todos los aspectos: ambientales, culturales, científicos, tecnológicos, políticos, económicos, y, en general, sociales para los cuales la escuela debe estar preparada, en tanto sistema cultural para el desarrollo humano y social. En este sentido, es importante mantener programas de desarrollo profesional docente que articulen equipos de trabajo integrados por directivos docentes, funcionarios del nivel central, comunidades educativas y academia, para el desarrollo de habilidades pedagógicas y recursos educativos prestos a articular distintas áreas, saberes y competencias. Todo lo anterior, en el marco de procesos de innovación educativa que contribuyan a resolver efectivamente los retos pedagógicos derivados de la actual emergencia y que, a la postre, puedan ser funcionales para los desafíos por venir en estos tiempos.
Conclusiones
En términos generales, el primero de los retos importantes para la dinamización de los procesos educativos en el marco de la pandemia tiene que ver con la dotación de dispositivos tecnológicos para los hogares que aún carecen de ellos, así como la conectividad suficiente. Estas herramientas por sí solas son poco útiles sin la capacidad de innovación del cuerpo docente, las instituciones, la articulación e integración de ofertas institucionales y el acompañamiento de las familias. De modo que urge atender el cierre de brechas digitales y de conectividad, a todos los niveles, con especial atención en las comunidades rurales.
Por otra parte, se ha demarcado como un aspecto muy relevante la atención de temas socioemocionales al involucrar las relaciones afectivas y al profundizar en estrategias que permitan una mejor comprensión del potencial de las interacciones sociales, afectivas e incluso corporales, sobre el desarrollo integral. Frente a esto, uno de los grandes retos tiene que ver con un cambio paradigmático en torno a lo pedagógico, en el que se estimulen dimensiones más propias del ser y de saberes fundamentales para la vida, más allá de las fronteras del saber tradicional que han estado latentes en la escuela. No se trata de ajustar los esquemas del modelo tradicional educativo a los cambios, sino de potenciar las estrategias de aprendizaje y de desarrollo integral a partir de las herramientas que ha puesto sobre la mesa la virtualidad (Arias Ortiz et al., 2020).
Además, la vinculación con las familias es fundamental, pues a través de este involucramiento se han generado procesos de corresponsabilidad educativa que, por lo general, redundan en el bienestar y el desempeño escolar de los estudiantes. Sin embargo, esta no ha sido una variable constante en la ciudad ni en el país. Los datos expuestos demuestran la necesidad de abrir las escuelas para una buena cantidad de niños, niñas y adolescentes que paradójicamente resultan aún más vulnerables en sus casas. En esta medida, se requiere trabajar con los maestros en protocolos de atención a familias, tanto para potenciar las dimensiones positivas del acompañamiento familiar, como para enrutar los casos que evidencien situaciones de vulneración de derechos.
Finalmente, vale destacar el rol del maestro y su compromiso social que han sido determinantes para la prestación del servicio educativo, en el marco de las condiciones complejas que a su vez también han sido las propias. Así mismo, cabe destacar la capacidad de adaptación que, en términos generales, mostraron las Instituciones Educativas Distritales para hacer frente a la emergencia. No obstante, conviene seguir apoyando y fortaleciendo, de manera intersectorial y articulada, las habilidades de innovación, especialmente las asociadas a competencias digitales, producción de material educativo y recursos virtuales de aprendizaje (OVA). La Misión internacional de Sabios (2019) planteó la importancia de un ecosistema de formación de maestros relevante, que contribuya al mejoramiento de la calidad educativa. Dicho ecosistema será necesario para que Bogotá sea líder y referente en la prestación del derecho educativo, con miras a la generación de transformaciones pedagógicas que se traduzcan en el cierre de las distintas brechas socioeducativas manifiestas en las Instituciones Educativas Distritales de la ciudad.
Referencias
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